hola como estas hoy te trigo un super articulo para que empieces con pie derecho tu emprendimiento
Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar el anhelo del mar libre y ancho” - Saint-Exupéry
Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar el anhelo del mar libre y ancho” - Saint-Exupéry
La empresa ejerce un liderazgo en
la sociedad de hoy, en muchos aspectos (investigación, innovación, mercadeo,
comunicaciones, servicios, control de calidad, etc.). A esa posición y a sus
resultados organizacionales y económicos la han conducido personas con
características especiales: emprendedoras, con capacidad directiva, líderes.
Ese espíritu emprendedor propio de la empresa es válido para las personas en
particular. Empieza realmente en ellas.
Pero consideremos antes qué
significa emprender. Emprender es mucho más que poseer información, que tener
conocimientos o estar muy preparado. Se necesita convertir todo esto en
acciones o realidades que demuestren que lo que se sabe y se conoce tiene
validez en la búsqueda de contribuciones al desarrollo empresarial.
Es necesaria la “sabiduría
práctica”, es decir, saber interrelacionar los conocimientos y experiencias y
traducirlos, convertirlos a realidades que funcionen, que produzcan
determinados resultados, de acuerdo con los medios de que se dispone.
Otro ingrediente importante para
desarrollar la capacidad emprendedora es la actitud frente al riesgo, entendido
no como el comportamiento irresponsable del individuo frente a situaciones
peligrosas –temeridad–, sino como la preocupación permanente por retar la estabilidad
de lo rutinario, por encontrar alternativas distintas para hacer las cosas.
Parte de la capacidad
emprendedora son la imaginación, el entusiasmo y la motivación, que van muy
unidas al espíritu creativo, que constituye un buen acicate para emprender. Un
ingrediente fundamental de la persona emprendedora es la capacidad de soñar con
nuevos horizontes, el afán de lucha permanente por lograrlos, y la actitud
positiva de pensar siempre que son posibles. Para darse cuenta de si uno
realmente desea un futuro mejor, lo mejor que puede ocurrir es hacer que
suceda.
La persona emprendedora tiene la
capacidad para salirse del camino normal, para ver lo que otros no ven, para
pensar y hacer lo que parece imposible porque para ella lo posible ya está
hecho. De ver en cada cosa oportunidades para hacer lo que otros no hacen.
El secreto del éxito por parte de
quien emprende un proyecto, empresa u organización es estar permanentemente
enamorado de ese proyecto, del propósito fundamental que lo anima y de las
metas que quiere alcanzar. El origen de la palabra empresa está relacionado con
el término antiguo “impresa”, que significa lema o divisa para distinguir una
aventura caballeresca. Era el símbolo que los caballeros llevaban impreso en
sus escudos o armaduras, que les recordaba a ellos y a los demás
permanentemente el fin específico que se proponían.
En el español de hoy lo
relacionamos más con el término emprender: la tarea de un grupo de personas con
el propósito determinado de producir unos determinados beneficios. Lo cual
supone siempre una labor ardua o difícil. Sin este espíritu emprendedor no
surgen ni prosperan las organizaciones. Entre los beneficios que produce la
empresa están, desde luego, los económicos, para sus socios o dueños, para sus
aliados estratégicos o grupos de interés, entre ellos sus empleados. Pero son
igualmente importantes los beneficios de orden personal, todo lo que tiene que
ver con el desarrollo y perfeccionamiento humano de su gente.
También algo de lo que se habló
ya, el capital intelectual: la experiencia y los conocimientos, el saber
acumulado y práctico que hay en las personas (capital humano) y el que existe
en la organización (capital estructural). Y finalmente, un beneficio que no
puede faltar: la contribución de la empresa a la sociedad en la que está
inmersa (responsabilidad social empresarial).
Se necesita en dosis grandes
La educación es un ámbito muy
adecuado para fomentar el espíritu emprendedor en las personas. No se trata
solamente de educar para el trabajo, sino de fomentar actitudes y valores que
abran los caminos de la creatividad personal y lleven a nuevas formas de
comprometer el trabajo individual y colectivo. A la posibilidad de que quienes
están estudiando vayan elaborando sus propios proyectos empresariales, sobre
todo en la universidad, aunque eso no asegura que tengan espíritu emprendedor.
Las empresas, por su misma
índole, se apoyan en el espíritu emprendedor o fracasan. No basta con contar
con profesionales formados en la universidad o en las mismas empresas.
Necesitan gente con visión, con
una mentalidad de desafío. Gente que esté renovando permanentemente sus
conocimientos y confrontándolos con los diferentes frentes de la globalización.
Del “aprender a emprender”
podemos destacar algunos aspectos:
El espíritu emprendedor es
espíritu de liderazgo
El imperativo es construir nuevos
caminos rompiendo el equilibrio de lo establecido, buscar nuevas salidas.
“El espíritu de liderazgo
comporta el ser creativo; para resolver problemas antiguos, para ver las cosas
de otra manera, para plantearse problemas nuevos, para repensar la
organización” (R. Navarro).
Hay que desencadenar lo
espontáneo e informal en cada uno. Lo formal es actuar de acuerdo a como otros
han actuado o a como se espera de acuerdo con las funciones asignadas.
Lo espontáneo es ir más allá de
lo que le piden a uno, es proponerse alcanzar metas ambiciosas, es plantearse
el ser más creativo, es no acostumbrarse a hacer las cosas siempre de la misma
manera.
La gente robotizada no abre
caminos ni resuelve dificultades para las que no está preparada. La gente
curiosa, imaginativa, arriesgada, ama los retos y lo desconocido.
Las empresas necesitan una
generación de profesionales con auténtico espíritu emprendedor, que sueñen con
desafíos grandes en el campo empresarial y social, que en lugar de temer a las
crisis y los problemas. Que piensen que es el momento preciso para despertar el
potencial de liderazgo que llevan dentro, y que lo hagan realidad, conscientes
de que siempre los mayores éxitos los cosechan quienes afrontan los mayores
riesgos.
Aquí podemos decir que el
espíritu emprendedor conecta de nuevo con el liderazgo, para no apocarse ante
las crisis y los problemas que traen consigo la economía globalizada o los
condicionamientos de los nuevos mercados.
Y sobre todo, para implementar
tecnologías que les permitan mejorar la productividad y la competitividad, con
base al desarrollo permanente de su capital humano, que es el que puede
garantizar su sostenibilidad hacia el futuro y su flexibilidad y adaptabilidad
a los cambios.
Compartido
de:degerencia.com
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