Pero que es procrastinar? Procrastinar es
posponer una acción.
A pesar de que la procrastinación puede ser
hereditaria, estás a tiempo para desarrollar mejores hábitos y ser más
productivo.
Benjamin Franklin dijo: “Nunca dejes para mañana
lo que puedes hacer hoy.”
Es un muy buen consejo, considerando que viene
de un sujeto que era un genio en la productividad (autor, político,
administrador de correos, científico, inventor, activista cívico, hombre de
estado y diplomático).
Reconocer la sabiduría en el aforismo, no nos
detendrá para dejar fuera el regimiento de “no retrasarse nunca más”. (Lo cual
no es tan terrible: no somos robots y dejar un proyecto sin terminar para que
podamos ir a la playa cada cierto tiempo nos hace humanos.)
Eso es por lo que para algunos de nosotros, la
procrastinación no es un asunto ocasional. En su lugar, nos encierra en una
tenaza y trata de definir la forma en que enfocamos todo. Si eres como yo,
conoces el cansado ritual de: retrasar voluntariamente una tarea necesaria
hasta que el pánico de una junta para revisar el trabajo finalmente supera la
inactividad. Esto no sólo te puede mandar a una curva vergonzosa, también es un
gigante asesino de la productividad.
¿Por qué somos algunos de nosotros más susceptibles
que otros? Como la mayoría de los rasgos de personalidad, un estudio reciente
dice que tiene que ver mucho con nuestros genes.
Los investigadores en la Universidad de
Colorado, en Boulder, encuestaron a 181 pares de gemelos idénticos y 166 pares
de hermanos fraternales respecto a sus hábitos de trabajo. Comparados con los
hermanos fraternales, los gemelos idénticos reportaron similitudes de
comportamiento de acuerdo a su habilidad para establecer y cumplir metas así
como su tendencia a actuar impulsivamente.
La impulsividad probablemente tenía una ventaja
evolutiva, dijo Daniel Gustavson, líder del estudio. Para nuestros ancestros,
luchar para sobrevivir en un mundo peligroso y las decisiones hechas con
rapidez, era más importante que la planeación a largo plazo.
La procrastinación podía evolucionar al mismo
tiempo que la impulsividad o “evolucionar como un subproducto de ella” (cuando
somos impulsivos nos volvemos distraídos de las metas a largo plazo).
Desafortunadamente en estos tiempos donde, tanto las metas gerenciales como la
habilidad para retrasar la gratificación son recompensadas, estas dos
características genéticas entrelazadas lastiman en lugar de herir.
Pero antes de que empieces a culpar a mamá y
papá de esta inclinación por dejar todo para el último minuto, recuerda: la
mayor parte de las características de tu personalidad son en parte
hereditarias. La última cosa que Gustavson quiere es que la gente lea su
estudio y concluya: “Creo que eso significa que nunca cambiaré. Cuando la gente
ve grandes influencias genéticas en ciertas cosas piensas frecuentemente que no
pueden hacer nada al respecto y eso no es cierto. Sólo porque algo es
hereditario no quiere decir que no se pueda cambiar.
Tom Pychyl, un profesor de psicología en la
Universidad de Carleton en Ontario, Canadá, y autor de “Resolviendo El
Rompecabezas De La Procrastinación” está de acuerdo.
La manera en la que lo ve nuestro sistema
límbico es que estamos en una constante batalla con la corteza pre frontal (una
sección que se desarrolló después por medio de la evolución, responsable de las
funciones ejecutivas y el control impulsivo). Inevitablemente el sistema
límbico a veces gana. Es natural procrastinar, debes darte cuenta que te
equivocarás, pero puedes cambiar si de verdad quieres.
Para todos nosotros que luchamos con los genes
que gritan “retrásate, retrásate, retrásate” Pychyl comparte unas estrategias
para ayudar a la corteza pre frontal a salir victoriosa.
Entiende
la verdadera definición de procrastinación
Esto es muy importante, hay varias maneras de
retraso que son favorecedoras ya que la vida es, después de todo, una sucesión
constante de compensaciones. A veces necesitas desaferrarte de un proyecto
porque algo más importante surgió. Eso no se llama procrastinación, sino tomar
una decisión informada.
La procrastinación por otro lado, nunca es
positiva. “Cualquiera que piense que tiene un lado positivo está jugando con la
definición”, dice Pychyl.
Algunos de nosotros podemos desarrollar una
relación protectora con nuestra tendencia a procrastinar, pero mientras haya
muchas razones para hacerlo, ninguna es saludable.
Deja
de poner excusas
Esto está relacionado con el punto previo de
Pychyl. La procrastinación es un retraso voluntario de un acto favorecedor
intencionado y por eso causa disonancia incómoda que intentamos aliviar con una
bola de excusas.
¿Las más comunes? “Trabajo mejor bajo presión.”
“¡Esas son tonterías!” Cualquiera comete más errores si está bajo presión, así
ha sido siempre. Lo que realmente estás diciendo es que lo único que te motiva
a trabajar, es una gran cantidad de presión por terminar y eso es falso.
La procrastinación puede causar que los
individuos se enfoquen y esto es debido a que sus espaldas están pegadas a la
pared. La misma atención al detalle es posible aunque no estés presionado.
Aprender cómo alcanzar voluntariamente un estado de flujo requiere tiempo y
esfuerzo, pero es el secreto de la productividad. Los procrastinadores
necesitan darse cuenta que es posible concentrarse sin la motivación del pánico
por las fechas límite, esto toma práctica.
Minimiza
distracciones y ponte fechas límite
Si tienes todas las distracciones posibles con
tan solo oprimir un botón, es más probable que revises Facebook, tu email y de
repente pasen tres horas. Las distracciones por supuesto disminuyen tu
productividad, pero para un procrastinador crónico, son lo peor. Es mejor
quitar la mayoría, (bloquear Facebook, borrar el Solitario de tu escritorio, lo
que sea que debas hacer).
Como suma, establece un horario estricto para
ti. “La autonomía es buena para los que no procrastinan pero los que sí lo
hacen, necesitan fechas límite”, dice Pychyl. Para los gerentes lidiando con
empleados procrastinadores, Pychyl recomienda que pongan sus propias metas en
términos concretos. Detalles específicos los ayudarán a tener cierto orden.
No
dejes que tu niño interno dicte tus acciones
“No sé dónde aprendemos esto, pero de alguna
manera interiorizamos la noción de que nuestro estado motivacional debe
coincidir con la tarea en mano”, dice Pychyl.
En realidad para muchos trabajos importantes, si
no es que para la mayoría, empezar no tiene nada que ver con cómo nos sentimos.
De cualquier manera a veces rechazamos la noción
de la frase esperanzadora: “me dan más ganas mañana”. Casi nunca lo hacemos así
que la tarea se retrasa nuevamente. Entonces, ¿por qué insistimos en tener la
idea de que un trabajo que repelamos se hará mágicamente menos aversivo en 24
horas?
Tendemos a predecir nuestros sentimientos
futuros basados en los presentes (piensa en ir al supermercado con un estómago
vacío en lugar de haber comido un festín. Lo más probable es que tu carrito
esté repleto de comida.) Cuando decides procrastinar, te quitas algo de estrés
y eso te hace sentir bien. Así que cuando predices cómo te vas asentir mañana,
basas tu predicción en tu humor actual.
Como suma, los escaneos cerebrales muestran que
tendemos a pensar en nuestro futuro ser como si fuéramos extraños, lo que
explica por qué estamos frecuentemente sobreestimando nuestra habilidad/deseo
para cumplir una tarea necesaria pero indeseable dentro de tres semanas.
¿El mayor mito que los procrastinadores deben
eliminar? Romper el ciclo de retraso y decir: “Lo haré mañana”. Una vez que te
des cuenta que esto es una estrategia para evitar hacer las cosas, estás en el
camino correcto.
Tomado de: entrepreneur.com
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